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El baile para los 400

  • Stefania Lugo
  • 26 sept 2016
  • 2 Min. de lectura

1882,

Una ocasión especial, única y mágica.

Una velada que me hace pensar en un cuento de hadas

Una fecha en la que todo el lujo de la ciudad de Nueva York se reunió en un solo lugar; la quinta avenida en la calle 52, una zona que abriría camino para la entrada del gran salón en la mansión de los Astors, el cual hasta probablemente para los que nunca llegarán al cielo, es lo más parecido que verán, pues hasta había un dios y creador; la familia Astor específicamente Caroline Webster Astor.

Y contaba con ángeles como Cornelius Vanderbill, que hasta brillaba con luz propia, o bueno no, estoy exagerando, pero llevaba un vestido que contaba con pequeñas luces que la diferenciaban del resto de los 400 invitados, pero bueno digamos que brillaba con luz propia, eso seguramente suena más inspirador.

Pero esperen, retrocedamos un poco al instante en que dije 400 invitados, para algunos puede sonar un número muy grande, o exacto y la verdad es que exacto sí era, pero grande no, pues solo este número de personas cabían en el salón, y para esto Caroline Webster Astor y el reconocido abogado llamado Ward McAllister se encargaron de escoger únicamente a aquellas personas que vinieran de las mejores familias y merecieran pertenecer a la alta sociedad, dejando despiadadamente por fuera al resto de aquellos esperanzados neoyorkinos.

Y tal honor de estar entre los selectos invitados era un reconocimiento público, ya que The New york Times se encargaba de revelar los acontecimientos más importantes del evento que haría historia en la aristocracia de Estados Unidos y demostraría la identidad de los lideres de la alta sociedad.

Para esto, ciertos reporteros asistieron para cubrir los primordiales sucesos de las familias más influyentes de la ciudad y contar detalles tales como los pliegues y dobleces, angostos corsés, el polisón, las faldas largas, los pequeños sombreros, la sombrilla, los colores más repetitivos y los guantes que llevaban las mujeres y los chalecos que llevaban debajo de los trajes confeccionados con telas parecidas al paño acompañado de una estrecha y ajustada silueta que usaban los hombres.

Entonces me pregunto; ¿acaso un salón lleno de cientos de capas de tull, un poco de drama, mucha actitud, kilos de ostentosidad y millones de dólares de elegancia, 400 personas y la gran ciudad de Nueva York fue más que suficientes para dar ideas a los productores y escritores de Gossip Girl?


 
 
 

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