El lugar para estar
- Stefania Lugo
- 15 dic 2016
- 2 Min. de lectura

Para mi todo cuenta como una experiencia, desde el momento en que aterrice en la mágica ciudad de inmensos rascacielos y aire lleno de moda, hasta cuando hice mi primera compra en Fifth avenue, pero sin lugar a dudas el mejor instante de todos fue cuando ingresé a la exhibición de Savage Beauty de Alexander McQueen.
No creo que sea necesario, pero aún así quiero presumir de mi buen gusto y decir que McQueen es uno de mis diseñadores favoritos, pues se encarga de mezclar lo hermoso con lo único, creando resultados totalmente capaces de robar mil suspiros.
En el momento que ingresé me encontré con dos maniquís, icónicos vestidos, totalmente diferentes, opuestos, . Después me dirigí a la primera galería ¨The romantic mind¨ y tengo que decir que sin siquiera estar cinco segundos en este lugar decidí que era mi favorito de todo lo que me iba a encontrar, pues un salón hecho de concreto, blanca iluminación y vestidos negros y colores monocromáticos para mi se traduce a perfección.
Luego me dirigí a ¨Romantic Gothic¨ un salón dorado lleno de vestidos que evocan elegancia, ostentosidad y al mismo tiempo confusión, pues se ven los vestidos más oscuros y así mismo los más claros, pero sin importar el color se ve reflejado el lado más oscuro del siglo XIX inspirado en vampiros, ángeles, demonios, anti héroes o diferentes personajes que a los ojos de McQueen eran icónicos de esta época victoriana.
Luego después de admirar cada uno de los vestidos me dirigí al “cabinet of curiosities “
Que me transporto en menos de un minuto al siglo XIX y no pude impedir sentirme llena de agradecimiento pues prácticamente me encontraba en el salón lleno de los objetos que inspiraba al diseñador, tocados, zapatos, vestidos y gargantillas y ahora que estoy en mi hotel con una copa de vino en mi cama no puedo sacar de mi cabeza esa muñeca estilo bailarina de ballet de una caja musical que daba vueltas en ese salón con un vestido rosa con cortes asimétricos que se robó la atención de cualquier otro objeto que estaba en esa sala.
¨Romantic Nationalism¨ fue mi siguiente destino al que me dirigí; una galería llena de rojo, negro y un marrón amarilloso que pintaba las paredes, pero
En ¨Romantic exoticism¨ puse a prueba mi palabra y comencé a tener peleas internas pues desde el comienzo escogí un cuarto favorito, pero este definitivamente le estaba haciendo la pelea, pues un espacio lleno de hermosos vestidos giratorios que se reflejaban en los espejos de las paredes del lugar es capaz de encantarte en solo un abrir y cerrar de ojos, pero la verdad es que ese no fue efecto únicamente de ese salón sino de la exhibición entera.
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