El sueño en la realidad
- Stefania Lugo
- 26 sept 2016
- 3 Min. de lectura

¿En qué carajos estaba pensando?
En serio, alguien que me diga en qué pensaba cuando creí que algo único podría pasarme a mi, a una amargada y refinada jovencita que a diario se ve forzada a estar dentro de los orientales vestidos de Paul Poiret y que se dedica a aprender los buenos modales y hacer deliciosos platillos para su futuro esposo.
¿Qué podría pasarme a mi?
Pero es que juro que ayer noté algo extraño en mi caminata hacía la montaña, y podría asegurar que tuve un sentimiento de que algo increíble estaba por pasar, que algo mágico estaba llenando mi interior, algo así como poseyéndome, pero si digo eso probablemente el cura vendrá inmediatamente a sacar mis demonios y junto a ellos mis expectativas.
Pero es que en serio lo vi, vi a un pavo real que me miraba, pero no solo me miraba, era más que esto, era como si pudiera leer mis más profundos pensamientos y olfatear el aroma de mi alma, y no puedo contarle a nadie, ni a mi prometido George Plank, pues va a tener una de dos reacciones, 1 puede creer que estoy loca o 2, él estará más loco que yo e intentará retratar lo que le cuento, ya que es el retratista más importante de la época, 1911 hace las mejores ilustraciones de toda américa.
Me estoy volviendo loca, pero es que debo explicarle a mi prometido que un estúpido pavo real vio mis más profundos sentimientos, aaa y que de paso aún más estúpida yo decidí montarlo, sí, montarlo como si fuera un pony, y aún mas extraño a Pucky pareció gustarle, aaa y por cierto George, lo llamé Pucky y como estoy loca voy a volver al lugar a ver si Pucky vuelve a aparecer.
Así que yo muy decidida emprendí mi caminata hacía la montaña, de la misma forma en que lo hacía todos los domingos, pero esta vez con los ojos más abiertos, esperando una señal de Dios o de la vida o del destino, o del pavo real, de cualquier cosa y así fue, de un momento a otro el día pasó de estar gris a azul, un azul marino hermoso y extravagante, que ni el mejor oleo podría imitar.
Y entre los arbustos Pucky apareció luciendo impecable y poderoso, con mi mirada perpleja mi mente comenzó a volar y de un momento a otro escucho lo inimaginable, lo que no podría pasarle a una chica amargada y refinada como yo pasó; comenzó a hablar, con un tono de voz que apuesto que todos los hombres que les hace falta masculinidad desearían tener, y dijo eres especial, tienes un don, tú logras ver lo que nadie más logra ver, por esto mi comunidad y yo te necesitamos, tú serás la heroína de nuestras vidas y harás historia.
Así que de nuevo me senté en su espalda, para que él me llevará a un campo de batalla.
En eso llamé a mi prometido para que viniera e ilustrara algo tan mágico como este suceso.
Cuando él llegó, no logró ver nada de lo que yo veía y me hacía sentir entre loca y especial, pues era cierto, solo yo podía ver lo que para todos era invisible, pero para mi era increíble, aún así el dejó a un lado mis problemas mentales y pintó lo que yo le describía que sucedía.
Cuando acabó de ilustrar me acerque a ver el retrato, era hermoso, merecía estar en una portada, una portada como la de Vogue.
No sabía que era más mágico, lo que estaba sucediendo o la hermosa ilustración de George Plank
Pero de la nada todo queda en silencio y se vuelve oscuro.
Me despierto por agua, esperen, ¿esto fue un sueño?.
No puedo evitar desear que fuera real, así que llamo a George Plank a contarle mi extraño sueño, para que haga esa portada para Vogue en un futuro cercano, algo así como para 1918.
Cuelgo con él y veo hacia mi ventana y un pavo real me miraba; ¿Pucky? Exclamé.
Commentaires